Algunos desafíos para Enseñar y aprender en Cuarentena: (re)conectarnos
con todos los alumnos
Hasta hace unas semanas nos encontrábamos todos en las aulas
explicando y aprendiendo, trabajando con alumnos en espacios físicos que ordenaban
los tiempos y las tareas. Cada uno tenía todo organizado, para poder anticipar
la próxima clase, en el aula.
Este evento mundial de la Pandemia nos dejó sin próxima
clase con las tareas y los recursos acostumbrados, de un sopetón. Comenzamos a
enseñar con tecnologías de todo tipo, desde correos electrónicos hasta plataformas
configuradas con video y recursos. Los expertos comenzaron a elaborar consejos,
ofrecer tutoriales, realizar webinar sobre temas tecnopedagógicos para colegas
y padres. Se multiplicaron los sitios de “contenidos”, explotaron las redes; las
videoconferencias se nos metieron en cada propuesta educativa; etc.
Luego de las primeras semanas de enviar material digital y
tareas para estudiar, dado que la cuarentena se amplía en el tiempo, ahora
dedicamos más tiempo a repensar cuestiones que hacen a la educación (no a la
transmisión de información). ¿Estamos
acompañando a los alumnos en los cursos de nivel medio o superior? ¿Cómo
acompañamos a los padres que necesitamos se pongan el guardapolvo y hagan de
docente en el nivel inicial o primario? ¿Cómo multiplicamos las experiencias didácticas
para aprovechar de los aciertos y errores de los colegas?
Cambiaron las clases; cambiaron los hábitos familiares; y el
aprendizaje. Tuvimos que empezar a explicar a adultos (padres) y jóvenes estudiantes
qué es estudiar y cómo hacerlo. En la web estudiosos difundieron consejos o reglas
y orientaciones para que los jóvenes puedan abstraerse y concentrarse como nunca
lo habían experimentado en muchos casos, al estudiar a distancia (EaD).
La paradoja de la EaD es que se hace cercana cuando el
docente está a tiro, está accesible en sus consignas; sus videos o audios
enviados; en sus palabras de aliento; en sus propuestas educativas. ¿Dónde está
el profesor se podía preguntar un alumno hace tiempo? Hoy saben que están ahí,
asumiendo el desafío de pasar de lo presencial a la distancia, mientras aprende
nuevas formas y tecnologías, para estar ahí, dónde cada alumno necesita. Enseñando
a través de su propuesta educativa, reinventándose para que el alumno no pierda
la regularidad; no pierda el ritmo.
Esto es lo que estamos haciendo, que los alumnos estudien y
aprendan, no estamos instalando un sistema educativo a distancia permanente. El
desafío asumido por los educadores ha sido no dejar a los alumnos solos, sin experiencias
que les permitan continuar su escolaridad, que aún no está resuelta en este
contexto único en la historia de la humanidad. De un día para otro, todos nos
volvimos estudiantes y docentes a distancia.
Mientras en varias universidades, sus carreras a distancia
ofrecen programas intensos y con pocas asignaturas por semana, los alumnos
(especialmente en el nivel medio) afrontar un proceso de estudio intensivo y
expansivo de hasta doce o trece asignaturas, según el caso. Y que ocurra en
todo el sistema educativo de nivel Medio en un país, supera cualquier sistema
de perfeccionamiento docente. Lo que no pudo hacer un proceso gradual de
capacitación docente en tecnologías y mejoras de las estrategias didácticas, lo
obligó el Covid19.
Instituciones y docentes ofrecen respuestas y se adaptan al
contexto, variadas acciones en cada comunidad educativa permiten sostener “el
dar clases” con el envío de material de estudio y recepción de actividades;
conectándose por diferentes medios: aulas virtuales; redes sociales; correos
electrónicos; plataformas; videoconferencias; etc. Pero ¿qué nos está faltando?
Todos estamos desafiados a ir por más, a enfrentar esta
situación, anticipando algunas tensiones que antes en la presencialidad podíamos
resolverlas de otras maneras. Por ejemplo:
a)
Quién está ahí: Los alumnos que no se conectan, ¿cómo lo abordamos? Cuando en las aulas
presenciales alguno se distraía, implementábamos algunas acciones propias del
docente para hacer volver al estudiante a clase con la repregunta; la mirada;
etc. ¿Qué ocurre con los que no se conectan o sus padres no pueden/no saben? La
prioridad no sólo la tiene el alumno que responde, también debe tenerla el que aparentemente
no está estudiando y/o enviando sus tareas ¿cómo podemos ayudarle en su proceso
de crecimiento y maduración de los temas de la asignatura que va asimilando? Necesitamos
que padres, docentes y directivos (adultos) aseguren que nadie quede solo. Perfeccionemos
en cada institución un sistema de seguimiento integral, encuestemos familias
para ver cómo están aprendiendo y veamos dónde encontramos los huecos que hemos
de rellenar con más educación.
b)
Organización de tiempos: La cantidad de actividades y videos a cada grupo, asumiendo que, si un correo
soporta más de 2 megas de archivos de texto, no podemos pensar que el alumno (los
alumnos de un curso) es capaz de descargar y leer tanto material, mientras realiza
la actividad de la asignatura (en paralelo con otras). En este punto los
adultos (docentes, directivos y padres) necesitamos (re)organizarnos para que el
famoso “horario de clases” (una agenda que propone un espacio y tiempo de
estudios) se cumpla, de manera que todos tengamos un horizonte previsible. De
esta forma podemos aceitar el canal de ida y vuelta, el de consulta a sus
profesores para saber ¿cómo vamos? ¿estamos aprendiendo? ¿yo voy bien? Si antes
contábamos con la mirada del grupo de estudiantes, ahora debemos recuperar sus
miradas en una relación uno a uno y uno a muchos.
c)
La retroalimentación: Ser docentes con todos y no dar por supuesto nada es parte de esta
realidad. Necesitamos reescribir las consignas, dejar en claro que se espera de
cada actividad y orientarles cómo hacerlas. Al dirigirnos a los padres,
escribirles de adulto a adulo, ellos no saben de pedagogía. Rescatemos el valor
de Aprender, no de cumplir con una actividad y/o cuestionario. Necesitan que se
lo expliquemos con paciencia. Y para los alumnos, volver a enseñar a estudiar se
ha vuelto un desafío que creíamos que estaba superado. Ser estudiante no implica
que sepa qué y cómo estudiar, aún más en distancia y aislamiento. Formas de
organizarse; manejo de los tiempos libres; cómo abstraerse y cómo aprender con
otros son algunas de las cuestiones que los estudiantes (según en qué nivel
educativo esté) necesita que les enseñemos y acompañemos cómo en su casa y en
su situación ha de asumir el desafío de estudiar y aprender. En la comunicación
ofrezcamos ánimo, que vean cómo los docentes estamos mirando lo que hacen y
cómo van aprendiendo, que están logrando y que necesitan mejorar.
¿Se vienen tiempos en que debamos
replantear el sistema educativo? Hace tiempo que los expertos lo afirman y esta
es una oportunidad de re-aprender, de compartir y expandir el conocimiento de
cómo estamos enseñando y cómo están aprendiendo los alumnos, en cada hogar. Lo
que hacemos con los que no se conectan o no pueden; las alternativas de comunicación
y seguimiento que ofrecemos se han de enfocar en que no queden alumnos sin
aprender.
La respuesta la tienen docentes y
directivos, haciendo lo que pueden hacer tan bien cuando se lo proponen: Trabajar
en equipo, compartiendo avances; apoyando familias y estudiantes para que ellos
puedan afirmar que “siempre mi docente estuvo ahí, durante la Pandemia”.
Es la oportunidad que tenemos para el estudiante "sea el actor principal en nuestras aulas"