Desafíos a las prácticas docentes

lunes, 13 de abril de 2020

Desafíos a las prácticas docentes




Algunos desafíos para Enseñar y aprender en Cuarentena: (re)conectarnos con todos los alumnos

Hasta hace unas semanas nos encontrábamos todos en las aulas explicando y aprendiendo, trabajando con alumnos en espacios físicos que ordenaban los tiempos y las tareas. Cada uno tenía todo organizado, para poder anticipar la próxima clase, en el aula.


Este evento mundial de la Pandemia nos dejó sin próxima clase con las tareas y los recursos acostumbrados, de un sopetón. Comenzamos a enseñar con tecnologías de todo tipo, desde correos electrónicos hasta plataformas configuradas con video y recursos. Los expertos comenzaron a elaborar consejos, ofrecer tutoriales, realizar webinar sobre temas tecnopedagógicos para colegas y padres. Se multiplicaron los sitios de “contenidos”, explotaron las redes; las videoconferencias se nos metieron en cada propuesta educativa; etc.

Luego de las primeras semanas de enviar material digital y tareas para estudiar, dado que la cuarentena se amplía en el tiempo, ahora dedicamos más tiempo a repensar cuestiones que hacen a la educación (no a la transmisión de información).  ¿Estamos acompañando a los alumnos en los cursos de nivel medio o superior? ¿Cómo acompañamos a los padres que necesitamos se pongan el guardapolvo y hagan de docente en el nivel inicial o primario? ¿Cómo multiplicamos las experiencias didácticas para aprovechar de los aciertos y errores de los colegas?

Cambiaron las clases; cambiaron los hábitos familiares; y el aprendizaje. Tuvimos que empezar a explicar a adultos (padres) y jóvenes estudiantes qué es estudiar y cómo hacerlo. En la web estudiosos difundieron consejos o reglas y orientaciones para que los jóvenes puedan abstraerse y concentrarse como nunca lo habían experimentado en muchos casos, al estudiar a distancia (EaD).

La paradoja de la EaD es que se hace cercana cuando el docente está a tiro, está accesible en sus consignas; sus videos o audios enviados; en sus palabras de aliento; en sus propuestas educativas. ¿Dónde está el profesor se podía preguntar un alumno hace tiempo? Hoy saben que están ahí, asumiendo el desafío de pasar de lo presencial a la distancia, mientras aprende nuevas formas y tecnologías, para estar ahí, dónde cada alumno necesita. Enseñando a través de su propuesta educativa, reinventándose para que el alumno no pierda la regularidad; no pierda el ritmo.

Esto es lo que estamos haciendo, que los alumnos estudien y aprendan, no estamos instalando un sistema educativo a distancia permanente. El desafío asumido por los educadores ha sido no dejar a los alumnos solos, sin experiencias que les permitan continuar su escolaridad, que aún no está resuelta en este contexto único en la historia de la humanidad. De un día para otro, todos nos volvimos estudiantes y docentes a distancia.

Mientras en varias universidades, sus carreras a distancia ofrecen programas intensos y con pocas asignaturas por semana, los alumnos (especialmente en el nivel medio) afrontar un proceso de estudio intensivo y expansivo de hasta doce o trece asignaturas, según el caso. Y que ocurra en todo el sistema educativo de nivel Medio en un país, supera cualquier sistema de perfeccionamiento docente. Lo que no pudo hacer un proceso gradual de capacitación docente en tecnologías y mejoras de las estrategias didácticas, lo obligó el Covid19.

Instituciones y docentes ofrecen respuestas y se adaptan al contexto, variadas acciones en cada comunidad educativa permiten sostener “el dar clases” con el envío de material de estudio y recepción de actividades; conectándose por diferentes medios: aulas virtuales; redes sociales; correos electrónicos; plataformas; videoconferencias; etc. Pero ¿qué nos está faltando?
Todos estamos desafiados a ir por más, a enfrentar esta situación, anticipando algunas tensiones que antes en la presencialidad podíamos resolverlas de otras maneras. Por ejemplo:


a)       Quién está ahíLos alumnos que no se conectan, ¿cómo lo abordamos? Cuando en las aulas presenciales alguno se distraía, implementábamos algunas acciones propias del docente para hacer volver al estudiante a clase con la repregunta; la mirada; etc. ¿Qué ocurre con los que no se conectan o sus padres no pueden/no saben? La prioridad no sólo la tiene el alumno que responde, también debe tenerla el que aparentemente no está estudiando y/o enviando sus tareas ¿cómo podemos ayudarle en su proceso de crecimiento y maduración de los temas de la asignatura que va asimilando? Necesitamos que padres, docentes y directivos (adultos) aseguren que nadie quede solo. Perfeccionemos en cada institución un sistema de seguimiento integral, encuestemos familias para ver cómo están aprendiendo y veamos dónde encontramos los huecos que hemos de rellenar con más educación.

b)      Organización de tiemposLa cantidad de actividades y videos a cada grupo, asumiendo que, si un correo soporta más de 2 megas de archivos de texto, no podemos pensar que el alumno (los alumnos de un curso) es capaz de descargar y leer tanto material, mientras realiza la actividad de la asignatura (en paralelo con otras). En este punto los adultos (docentes, directivos y padres) necesitamos (re)organizarnos para que el famoso “horario de clases” (una agenda que propone un espacio y tiempo de estudios) se cumpla, de manera que todos tengamos un horizonte previsible. De esta forma podemos aceitar el canal de ida y vuelta, el de consulta a sus profesores para saber ¿cómo vamos? ¿estamos aprendiendo? ¿yo voy bien? Si antes contábamos con la mirada del grupo de estudiantes, ahora debemos recuperar sus miradas en una relación uno a uno y uno a muchos.

c)       La retroalimentación:  Ser docentes con todos y no dar por supuesto nada es parte de esta realidad. Necesitamos reescribir las consignas, dejar en claro que se espera de cada actividad y orientarles cómo hacerlas. Al dirigirnos a los padres, escribirles de adulto a adulo, ellos no saben de pedagogía. Rescatemos el valor de Aprender, no de cumplir con una actividad y/o cuestionario. Necesitan que se lo expliquemos con paciencia. Y para los alumnos, volver a enseñar a estudiar se ha vuelto un desafío que creíamos que estaba superado. Ser estudiante no implica que sepa qué y cómo estudiar, aún más en distancia y aislamiento. Formas de organizarse; manejo de los tiempos libres; cómo abstraerse y cómo aprender con otros son algunas de las cuestiones que los estudiantes (según en qué nivel educativo esté) necesita que les enseñemos y acompañemos cómo en su casa y en su situación ha de asumir el desafío de estudiar y aprender. En la comunicación ofrezcamos ánimo, que vean cómo los docentes estamos mirando lo que hacen y cómo van aprendiendo, que están logrando y que necesitan mejorar.

¿Se vienen tiempos en que debamos replantear el sistema educativo? Hace tiempo que los expertos lo afirman y esta es una oportunidad de re-aprender, de compartir y expandir el conocimiento de cómo estamos enseñando y cómo están aprendiendo los alumnos, en cada hogar. Lo que hacemos con los que no se conectan o no pueden; las alternativas de comunicación y seguimiento que ofrecemos se han de enfocar en que no queden alumnos sin aprender.

La respuesta la tienen docentes y directivos, haciendo lo que pueden hacer tan bien cuando se lo proponen: Trabajar en equipo, compartiendo avances; apoyando familias y estudiantes para que ellos puedan afirmar que “siempre mi docente estuvo ahí, durante la Pandemia”.
Es la oportunidad que tenemos para el estudiante "sea el actor principal en nuestras aulas"

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